En la fermentación se captura la gran esencia de la caña de azúcar. Es un proceso que exige controles muy especiales para el cuidado de la levadura, entre ellos de temperatura, acidez y nutrientes. Además del etanol, en esta fase del
proceso se generan los componentes que son responsables de la mayoría de los aromas y sabores del ron final.
La melaza y el agua juegan un rol importante en la fermentación. Ambos elementos se unen de una forma efervescente para crear los alcoholes de caña. Es un proceso turbulento a la vista, de un burbujeo apasionante en la superficie de los
tanques que hace parecer que el mosto hierve. Se requiere una parte de melaza y cuatro partes de agua para activar un microorganismo llamado levadura que transforma el azúcar en alcohol y en otros componentes de gran riqueza sensorial.